Las bases del PSOE de Andalucía se han movilizado en las primarias y
han hecho oír su voz con una claridad rotunda. Sumando los datos
oficiales (los 22.000 avales de apoyo a Susana Díaz y los 45 al militante de Torrox Marcos Antonio Encinas) y los oficiosos (los 6.700 esgrimidos por José Antonio Rodríguez Salas, alcalde de Jun, y los 4.500 que dice haber recabado el consejero de Agricultura, Luis Planas)
estamos hablando de una participación de más de 33.000 personas, de un
75% de las bases socialistas, un dato extraordinario que certifica la
profunda legitimidad de este proceso democrático para elegir a la
persona que sucederá a Pepe Griñán como candidato en
las próximas elecciones autonómica. La derecha, en todas sus vertientes,
han intentado deslegitimar un procedimiento limpio, reglado y
democrático cuando en su división política el único método que impera es
el dedazo. Estas primarias han cogido al PP con el pie cambiado, sin
liderazgo en esta comunidad autónoma y con el torbellino Bárcenas/Gürtel
removiendo sus cimientos, y sus altavoces mediáticos se han lanzado sin
éxito a contrarrestar esta sin par iniciativa política. Ninguna otra
fuerza política ha elegido su cartel electoral en Andalucía pulsando la
opinión de sus afiliados.
En este ejercicio honesto de democracia interna, Susana Díaz ha
cosechado un resultado apabullante y se convertirá en la primera mujer
del PSOE que aspira a la Presidencia de la Junta (sólo queda su
ratificación por parte del Comité Director, máximo órgano ente congresos
del partido). Gana una mujer socialista de raíces profundas, de
comportamiento ético y austero, con fuerza y preparación, con
conocimiento certero de Andalucía, trabajadora estajanovista y que
empieza a construir un nuevo tiempo con una amplia mayoría del partido
detrás y una reconfortante unidad interna. La actual consejera de
Presidencia tiene ideas claras, un discurso fresco y una voluntad
ineluctable de recuperar el afecto de la ciudadanía a través de la buena
política, la política que piensa en las personas y sus problemas y que
no se arrodilla ante los poderosos o la economía especulativa. Tiene
ante sí un reto ilusionante y factible. Y en ese camino está acompañada
por una militancia que se ha implicado como nunca en este relevo
generacional. Ahora, todos y todas juntos a trabajar por y para la
gente.
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