domingo, 14 de julio de 2013

EL CONTABLE INCENDÍO TODO EL PLAN

Había un plan y un mero contable, un gerente en el que nadie se fijaba y apañaba los números a los que nadie quería echar un vistazo, lo incendió todo. Ha sepultado las reformas estructurales ya hechas y las programadas para acabar la legislatura con la suficiente recuperación como para ganar las generales a las que Mariano Rajoy quería volver a presentarse con opciones en 2015. En el entorno del presidente hay una sensación de enorme malestar e impotencia ante un caso que se despreció inicialmente y ahora lo ha contaminado todo.
El plan estaba pormenorizadamente trazado. Como casi todo en la vida de Rajoy. Había que llegar a La Moncloa, componer un Gobierno a su medida, más tecnócrata que brillante, pegarle un buen repaso a la España enloquecida y desequilibrada que vivió, gastó y se empufó por encima de sus posibilidades, corregir el déficit desbocado, evitar el rescate y esperar y recoger los frutos para pasar a la historia como el presidente que puso cordura a nuestras ambiciones de nuevos ricos.

 El primer encontronazo con la realidad revocó los principios más clásicos de un partido de derechas, pero eso tampoco importó. Como España se despeñaba, el PP subió los impuestos y nacionalizó varios puntos del sistema impositivo. Como Europa, además, no es ya la máquina de ingresar que fue ni solo un socio regañón, sino que “conmina y conmina”, hubo que aplicar un recorte de 30.000 millones en los Presupuestos que trastocó todo el Estado del bienestar del que tanto presumíamos. El despertar europeo obligó también a cambiar de socios y aliados a mitad de trayecto. La canciller alemana, Angela Merkel, se demostró en las negociaciones a cara de perro menos campechana que cuando era invitada estelar a los congresos del partido. Ahora quería imponer su doctrina inflexible. Y casi daba órdenes. Bueno, sin el casi. Rajoy descubrió así que Europa es un proyecto por construir y que da bandazos y estacazos imprevisibles. Pero el plan de reformas estructurales estaba en marcha, y el calendario muy organizado. Ahora toca racionalizar la Administración, las pensiones, los impuestos, que el paro deje de crecer y prepararse para recoger la cosecha.

El caso Bárcenas se tenía que terminar pasando. Como una fiebre, como una resaca. Pero eso no sucede y genera todavía más impotencia. En el entorno más cercano al presidente no se encuentra la tecla para borrar ese problema que lo está complicando todo. Rajoy piensa que ya hizo suficiente al lograr que dejara de ser tesorero y senador del PP y que ahora el asunto debería concernirle solo a él, que fue quien hizo lo que hizo y logró acumular 48 millones de euros en Suiza. El día que la justicia descubrió las cuentas millonarias se cayó del caballo y se percató de la cantidad de avisos que había recibido sobre el elevado nivel de vida de su extesorero. Demasiado tarde. Ahora no sabe qué más hacer. Bueno, sí, esperar a la declaración judicial de Bárcenas, y luego al martes u otro día, para comprobar qué papeles comprometidos le dejó en herencia a su esposa y socios mediáticos para que le amarguen el desayuno y las vacaciones en Galicia.
 (Javier Casquerio)

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