Abríguense, que el año viene con mucho frío. De entrada, el gobierno ha congelado el salario mínimo interprofesional (SMI), que si bien nunca ha alcanzado una temperatura agradable, dejarlo en cero grados extiende la sensación de frío a muchos trabajadores. No sólo a los que cobran ese mínimo tan mínimo, sino a casi todos, pues el SMI se usa como referencia en los convenios; pero sobre todo porque los empresarios acusan recibo del mensaje que les envía el gobierno: reduzcan la temperatura salarial, que con el calorcito los trabajadores se amodorran y no son tan competitivos.
Los funcionarios, por su parte, vuelven al congelador donde ya han estado otras veces, y casi rezan por quedarse a cero, pues tras la reducción de este año nadie descarta que en algún momento vuelvan a bajarles el termostato, que es lo que los gobiernos tienen más a mano cuando deciden ahorrar en calefacción.
También se congela la tasa de reposición de funcionarios, es decir, que no se repondrán los que se jubilen. Con una excepción: las fuerzas de seguridad, que como ha recordado varias veces el ministro de Interior, tienen un papel importante en tiempo de crisis para “garantizar la paz social”. Dicho en plata: podemos tirar con menos médicos, maestros o técnicos, pero hacen falta más policías por si hay que calentar a los que se quejan del frío.
Con el frío extremo se congelan también las cañerías, y del grifo no sale gota. Y no es sequía: el Banco Central Europeo ha abierto la presa para que salga medio billón de euros, pero los dueños de las tuberías, los bancos, lo han recogido y lo han colocado deprisa en el propio Banco Central, que es el único sitio calentito con la que está cayendo.
Así que hoy estamos tiritando, esperando si el Consejo de Ministros anuncia aguanieve o frío polar. Lo previsto es que hoy giren sólo un poco el termostato, y dejen para marzo la bajada grande, no sea que se les congelen los votantes en Andalucía, que por el sur nunca cae bien el frío.
En fin, que deberíamos ir pensando algo para entrar en calor, antes de que nos quedemos tiesos del todo.
Isaac Rosa
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