El mundo, tal como lo concibe Mariano Rajoy, nuestro flamante presidente del Gobierno, es un mundo muy masculino. Y lo que es más importante: la paridad en la política no es el futuro. Es el pasado. Sus primeros nombramientos ya denotaron cuál es su opinión sobre cómo aprovechar el talento de las mujeres de su partido. Ellas quedan en un segundo plano para dejar las mieles de las presidencias del Congreso y el Senado a sus colegas varones.
Con el nombramiento hecho por Rajoy de sus ministros, el retroceso a los primeros años de democracia ha quedado ejemplarmente perpetrado. Aun reconociendo el poder otorgado a Soraya Sáenz de Santamaria, lo cierto es que el Ejecutivo de Rajoy es un grupo fundamentalmente masculino: más del 70% de sus miembros son hombres. Se desconoce a estas apresuradas horas de la tarde y poco después del anuncio sobre la composición del Gobierno del PP, si esta es la forma de Rajoy de visualizar el rechazo que tradicionalmente ha mantenido su partido a respetar cuotas femeninas. Lo que sí ha quedado meridianamente claro es que las cuotas masculinas han sido, evidentemente, respetadas al máximo.
Puede que tengan razón los analistas que aseguran que este Gobierno es un Ejecutivo “sólido”. Sí. Hay veteranos. Mariano Rajoy ha hecho caso a Alfonso Guerra. ¿Recuerdan? El exvicepresidente del Gobierno de Felipe González dijo hace tres semanas que no estaba seguro de que la fórmula de jóvenes y mujeres primero diera buen resultado. Dicho y hecho por su contricante: en este Gobierno hay pocos jóvenes y poquitas mujeres. Que se opte por la experiencia puede ser positivo y hay poco que explicar al respecto. Que se opte por una mayoría tan aplastante de hombres merecería, sí, alguna explicación. ¿Qué tienen las mujeres que les impida acceder a esos puestos? ¿Es que acaso las militantes del PP no merecen los mismos reconocimientos que sus colegas masculinos?
Me temo que Rajoy, que tampoco en su primera comparecencia en Moncloa ha respondido a las preguntas de los periodistas, no va a explicar tanta inclinación por sus pares masculinos. Me temo que el partido, con su apabullante mayoría absoluta, mantendrá la falacia de que en el seno de su organización se priman los méritos sobre la condición sexual y que muchos seguirán dando por buena esa falacia, lo que significaría que las mujeres (al menos las del PP) son un poco más tontas.
Nada más incierto. Pero esto es lo que hay. Con el Gobierno de Mariano Rajoy, no nos engañemos, la política vuelve al siglo pasado que sepamos en dos cuestiones: en la poca vocación de transparencia para con la prensa y en igualdad, con todo lo que ello significa de retroceso en modos democráticos y valores tradicionales. Marcelino Iglesias, el secretario de organización del PSOE, es de los pocos que ha destacado esta falta de paridad en el Ejecutivo de Rajoy.
Rajoy ha puesto la guinda a ese pasito atrás que dio Rodríguez Zapatero durante la última parte de su segunda legislatura en una de sus políticas bandera, la igualdad. La triste realidad social de las mujeres vuelve a verse en el espejo de la política. Quizá lo de los primeros gobiernos de Zapatero fueron una mera ilusión. Pero fue bonito mientras duró...
Grabiela Cañas ( El País)
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